miércoles, 16 de junio de 2010

TATUAJES EN PANDILLAJE

El tatuaje (tatús, tats, tacs o tintas) son como una currà cula de vida, que explican la vida emocional de los mareros. Pero para la policà a estadounidense solo son fuente de información: “sobre la filiación de la banda, su historia personal, el origen del sujeto y el tipo de actividad criminal en el que el/ ella ha participado”

Hace 25 años, cuando estudiaba el FENOMENO de los cholos mexicanos y estadounidenses, cuestioné la imagen estereotipada del cholo y la chola a quienes se les definà a como analfabetos, producto de familias desintegradas, desinteresados por el trabajo, drogadictos y delincuentes, mientras que a las mujeres se las reducà a a prostitutas.

El estudio arrojó como resultados que casi todos los cholos y cholas sabà an leer y escribir, que poseà an un nivel de escolaridad superior a los promedios nacionales, y que la deserción escolar estaba relacionada con el cumplimiento de los requisitos mà nimos para ingresar al mercado de trabajo, pues a diferencia de lo que se pensaba, los cholos y cholas trabajan en promedios superiores a los de otros jóvenes de su edad de clases medias o altas y que, muchos de los cholos desempleados buscaban trabajo.

La constante en condición laboral eran trabajos mal pagados, sin prestaciones ni seguridad en al empleo.

Lo anterior, dibujaba un cuadro de la difà cil inserción social de los jóvenes pobres de las colonias populares frente a las ofertas precarias o a la falta de opciones y de atención a sus demandas, expectativas y aspiraciones. La apropiación que hacen las maras de la cultura de los barrios mexicanos y chicanos en Estados Unidos y en la frontera norte mexicana, resulta un tanto paradójica, pues la relación entre cholos chicano - mexicanos y los salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses, es contradictoria.

Existen entre ellos diversas rivalidades que llevan a algunos mareros a hablar de los cholos como “chavalas mexicanas”. Ilustrando esta apropiación cultural, Elena Zilberg define al lenguaje de las maras como una mezcla del ingles de las calles y el espanglish de las pandillas chicanas, al mismo tiempo que uno de los mareros con quienes trabajó, se autodefine como un salvadoreño viviendo un estilo de vida chicano en Estados Unidos”

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